CRÓNICAS DE YAUHQUEMEHCAN Tres casos de adulterio en Yauhquemehcan

David Chamorro Zarco
Cronista Municipal
El caso de María Josefa Fragoso
En documento levantado de fecha 18 de septiembre de 1820, Eugenio Rodríguez, que dijo ser originario del pueblo de San Cristóbal Ecatepec, aseguró que dejó a su esposa en su casa, ubicada en San Luis Apizaquito, pero luego tuvo necesidad de mandarla llamar y que ésta llegó montada en un caballo propiedad del Comandante Mariano Torres, con quien el esposo dijo no tener amistad y acudió a la autoridad en demanda de justicia por el escándalo de adulterio que se había desatado entre su esposa y el Comandante.
​El mismo día la mujer fue remitida ante la autoridad, atendiendo el Acalde, Don Vicente Riverol, y éste decidió poner a la mujer en arresto en una casa segura para que no siguiera por el sendero de los malos pasos. Un día después, el Alcalde notificó al esposo la decisión que tomó.
​El 20 de septiembre de 1820 el esposo presuntamente ofendido presentó el testimonio de un hombre llamado Juan José Niño Ladrón de Guevara, originario de San Agustín Tlaxco y vecino de San Miguel Atenco, quien declaró ante el Alcalde que le constaba que el Comandante de Armas del Departamento de Puebla, Don Mariano Torres, cometió adulterio con María Josefa, pues él mismo varias veces por las mañanas entró a la casa de Don Eugenio Rodríguez y los encontró en la cama, bajo las sábanas. Un par de días después, el 22 de septiembre, Don Eugenio Rodríguez presenta a otro testigo de nombre Don Francisco Delgado, quien aseguró que María Josefa andaba en malos pasos, pues en varias ocasiones la vio pasar en el caballo del Comandante Mariano Torres.
El caso de la mujer de Claudio Uriago
Con fecha 22 de marzo de 1822, Claudio Uriago se presenta ante la autoridad a demandar justicia en contra de un tal Pedro que, habiendo vivido en su casa, terminó enredándose con su mujer. Una semana después, el 1º de abril de 1822 se presenta a declarar el inculpado Pedro Pablo, hijo legítimo de Lino Antonio y de Micaela Francisca, quien reconoció haber vivido en la casa de Claudio Uriago, y haber entrado en amoríos con la esposa de éste, diciendo que el marido le daba mala vida. Por fin, decidieron huir a Puebla y luego de breve estancia pasaron a Santa Ana Chiautempan, en donde los apresaron. A Pedro Pablo lo condenaron a dos meses de prisión. Al día siguiente, el 2 de abril de 1822, el esposo ofendido ratificó lo dicho, agregando que Pedro Pablo estuvo preso un tiempo y otra vez volvió a su casa y nuevamente se llevó a su mujer.
El caso de Francisca Dolores
El 21 de febrero de 1831, Domingo Salvador Vásquez, vecino de San Benito Xaltocan, dijo que la noche anterior, encontró a su mujer, Francisca Dolores, cometiendo adulterio con Ignacio Candelario de la misma comunidad. El mismo día se presentó a la mujer ante la autoridad gravemente herida por su esposo, al grado que el Alcalde pidió a una mujer para que auxiliara y limpiara las heridas propinadas a la inculpada.
​Un día después se amplió la declaración. Se dijo que Francisca Dolores salió a raspar los magueyes como a las cuatro de la tarde. Ante la tardanza, el esposo salió a buscarla y la encontró dentro de una zanja, teniendo relaciones sexuales con Ignacio Candelario. Comenzó a tirarles piedras. El hombre se levantó y el esposo ofendido comenzó a golpear brutalmente a la mujer. Ignacio Candelario, de 18 años y vecino de San Martín Xaltocan, declaró la versión de que fue la mujer quien lo invitó a copular, y cuanto llegó el marido, él optó por retirarse.
​Llama mucho la atención que con fecha 22 de febrero de 1831, el Alcalde notificó por escrito que Francisca Dolores no podría rendir declaración, en atención a lo grave de las heridas que tenía, y fue hasta casi un mes después, el 15 de marzo, en que Francisca Dolores pudo presentarse a declarar. Ella dice que fue Ignacio Candelario quien la sedujo. Resalta el hecho de que el marido la lastimó de tal manera en su órgano sexual, que la hizo sangrar. Se da a entender que la golpea en la zanja donde la encontró y luego la lleva a casa donde continuó el castigo y es ahí donde le lastimó la zona genital.
Por último, Ignacio Salvador concedió el perdón a su mujer, con fecha 16 de marzo de 1831, resaltando el hecho de que no se encontraban casados, y se comprometen a acceder a tal sacramento. Enterando, Ignacio Candelario fue condenado a pagar todos los gastos derivados del juicio, además de que se le prohibió reiteradamente volver a acercarse a Francisca Dolores, sin poder siquiera rondar su casa.
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